Guerra Fría. La OTAN y el Pacto de Varsovia

 

Guerra Fría. La OTAN y el Pacto de Varsovia

Aprendizaje esperado: analiza la formación de dos bloques hegemónicos en el mundo tras la Segunda Guerra Mundial e identifica algunas características de la Guerra Fría, tales como la carrera armamentista y la amenaza nuclear

Énfasis: reconocer la formación de grandes bloques hegemónicos en el mundo tras el fin de la Segunda Guerra Mundial

¿Qué vamos a aprender?

Como has estudiado en sesiones anteriores, el comienzo de la Guerra Fría significó una confrontación indirecta entre los Estados Unidos de América y la Unión Soviética.

El propósito de la sesión de hoy es: reconocer la formación de grandes bloques hegemónicos en el mundo tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Recuerda que, para realizar anotaciones, sólo necesitan lápiz o bolígrafo, cuaderno, y su libro de texto para profundizar y ampliar sus conocimientos acerca del tema.

¿Qué hacemos?

Para comenzar, da lectura al siguiente texto del historiador Eric Hobsbawm:

“Los cuarenta y cinco años transcurridos entre la explosión de las bombas atómicas y el fin de la Unión Soviética no constituyen un período de la historia universal homogéneo y único. […]

Sin embargo, la historia del periodo en su conjunto siguió un patrón único marcado por la peculiar situación internacional que lo dominó hasta la caída de la Unión Soviética: el enfrentamiento constante de las dos superpotencias surgidas de la segunda guerra mundial, la denominada «guerra fría».

La segunda guerra mundial apenas había acabado cuando la humanidad se precipitó en lo que sería razonable considerar una tercera guerra mundial, aunque muy singular; y es que, tal como dijo el gran filósofo Thomas Hobbes, «La guerra no consiste sólo en batallas, o en la acción de luchar, sino que es un lapso de tiempo durante el cual la voluntad de entrar en combate es suficientemente conocida». […]

Generaciones enteras crecieron bajo la amenaza de un conflicto nuclear global que, tal como creían muchos, podía estallar en cualquier momento y arrasar a la humanidad.

En realidad, aun a los que no creían que cualquiera de los dos bandos tuviera intención de atacar al otro, les resultaba difícil no caer en el pesimismo […] Con el correr del tiempo, cada vez había más cosas que podían ir mal, tanto política como tecnológicamente, en un enfrentamiento nuclear permanente basado en la premisa de que sólo el miedo a la «destrucción mutua asegurada» impediría a cualquiera de los dos bandos dar la señal, siempre a punto, de la destrucción planificada de la civilización. No llegó a suceder, pero durante cuarenta años fue una posibilidad cotidiana.

[…] La Unión Soviética dominaba o ejercía una influencia preponderante en una parte del globo: la zona ocupada por el ejército rojo y otras fuerzas armadas comunistas al final de la guerra, sin intentar extender más allá su esfera de influencia por la fuerza de las armas.

Los Estados Unidos de América controlaban y dominaban el resto del mundo capitalista, además del hemisferio occidental y los océanos, asumiendo los restos de la vieja hegemonía imperial de las antiguas potencias coloniales. En contrapartida, no intervenían en la zona aceptada como de hegemonía soviética”.

Como notaste, la conformación de dos bloques, uno capitalista y el otro socialista, llevó a una división del mundo a favor de uno u otro bando.

No obstante, que existía un respeto entre las zonas de influencia dominadas y consolidadas, en algunos casos, la disputa se vivió de forma mucho más intensa. Uno de estos fue Alemania, nación que había sido dividida desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Así, surgieron la República Federal Alemana de tendencia capitalista y la República Democrática Alemana de postura socialista.

Por si fuera poco, el gobierno socialista inició, en 1961, la construcción de un muro que partió en dos a la ciudad de Berlín, separando familias y amigos entre el lado capitalista y el lado socialista.

Sobre esto, lee el siguiente testimonio de Eva Schenk, una mujer alemana que vivió en la parte socialista de Berlín:

“Era verano, hacía muy buen tiempo y mi difunto marido, que era maestro, estaba de director de una casa de vacaciones con 150 niños a su cargo durante una semana”, recuerda la germanooriental Eva Schenk del día de la construcción del Muro. La noticia se expandió como la pólvora. “Mi marido me telefoneó muy nervioso; al saberse lo del Muro, todo el personal de cocina había huido; en la casa tenían comida, pero no quien la preparase, y había que dar de comer a los niños –rememora–, así que fui y cociné lo que encontré”.

Para el matrimonio Schenk, el muro fue de gran impacto, pues ambos creían en el comunismo.

De acuerdo con el testimonio, en la República Democrática Alemana o Alemania socialista había ventajas: hombres y mujeres cobraban lo mismo, había guarderías, se podía estudiar; “conseguí el diploma de maestra, y luego el de profesora de instituto, y trabajé”, explica Schenk. Pero la edificación del muro, y los impedimentos para ir a ver a su familia en la zona occidental, más la creciente corrupción en la República Democrática Alemana, la afectaron mucho. “El muro, que en 1961 era aún rudimentario, fue desarrollándose hasta convertirse en una fortificación temible y mortífera”, recuerda.

En efecto, lo que en un principio fue solo un muro de concreto, pronto se convirtió en una muralla casi inquebrantable de 45 kilómetros. El muro en poco tiempo pasó a ser una estructura militar, pues contaba con fosas, policías, militares y perros patrullando, así como vallas eléctricas, vigas de obstáculos, y torres de vigilancia, desde las cuales, se llegó a asesinar a personas que intentaron cruzar hacia Alemania occidental.

Como menciona Eva, la vida en un primer momento no era complicada debido a que había suficientes oportunidades para vivir bien. Pero, la restricción de las libertades pronto hizo de la vida en la Berlín del Este una prisión.

La división del mundo en dos bloques no se limitó a la partición en dos de Alemania y de Berlín. Por el contrario, se crearon diversos sistemas de alianza con la intención de defenderse mutuamente, y de apoyarse económicamente.

De esta manera, del lado de los Estados Unidos de América, se creó en 1949 la Organización del Tratado del Atlántico Norte, a la que l se incorporaron las principales potencias occidentales como Francia e Inglaterra, sumándose después Grecia y Turquía en 1952 y Alemania occidental en 1955.

El objetivo primordial de la OTAN era evitar que se expandiera el comunismo, tanto en los países miembros de la organización, como en otros países del mundo. Bajo este principio, se acordó que en caso de que alguna de las naciones conformantes de la organización fuese atacada por la Unión Soviética o sus aliados, toda la OTAN actuaría en defensa propia.

Por otra parte, la Unión Soviética creó su propia organización para defenderse de los ataques de las potencias occidentales y sus aliados. Con el fin de consolidar los gobiernos socialistas y, en la medida de lo posible, expandir el socialismo, se creó el Pacto de Varsovia en 1955. Dentro de sus integrantes, encontramos a la Unión Soviética, Polonia, la República Democrática Alemana, Checoslovaquia, Hungría, Rumania, Bulgaria y Albania; prácticamente todos los países del este de Europa.

Para afianzar la influencia norteamericana en Europa occidental, así como para evitar crisis económicas que abrieran la posibilidad al estallido de revoluciones socialistas, el gobierno estadounidense puso en práctica el Plan Marshall. A través de préstamos y una creciente inversión extranjera, los daños ocasionados por la Segunda Guerra Mundial fueron reducidos en relativamente poco tiempo.

Del lado socialista, la Unión Soviética impulsó el Consejo de Mutua Asistencia Económica (COMECON), con el objetivo de coordinar un crecimiento equilibrado entre los países socialistas. A la COMECON, además de los países miembros del Pacto de Varsovia, se sumaron años después Mongolia y Cuba.

Los conflictos entre las superpotencias tuvieron diferentes espacios de acción. Uno de los primeros fue el ya mencionado caso de Alemania, cuya partición llevó a la construcción del muro de Berlín en 1961.

Años atrás, en 1950, se enfrentaron de manera indirecta en Corea. En esta península, se suscitó una disputa, pues, durante la Segunda Guerra Mundial, Japón la había ocupado militarmente, por lo que después de 1945 se acordó su división a la mitad. El norte fue ocupado por un gobierno socialista, que buscó la unificación de la península.

Esto provocó el estallido de la guerra, la cual, presentó muchas fricciones, pues el general norteamericano MacArthur proponía arrojar armas atómicas a China por su intervención a favor de la Corea socialista.

Finalmente, la guerra terminó en 1953, regresando a las fronteras previas al estallido del conflicto; pero manteniendo las tensiones incluso hoy en día.

Estos acontecimientos dejaban en claro que el mapa del mundo estaba completamente dividido entre quienes apoyaban a uno u otro bando; aunque es cierto que hubo otros países que se mantuvieron un tanto neutrales, como puedes ver y escuchar a través del siguiente video:

Observa del minuto 03:13 al 05:32.

  1. Los mapas de la segunda mitad del siglo XX

https://www.youtube.com/watch?v=hgjJssemufI&t=193s

Como notaste, a pesar de que la Guerra Fría se dio a escala global, en el continente europeo existía una constante tensión.

¿Por qué no estalló una tercera guerra mundial? Seguramente entre los factores estuvo el miedo de la escalada del conflicto en uno nuclear, además del amargo recuerdo de los resultados de la Segunda Guerra Mundial.

Sin embargo, la inexistencia de guerras entre los dos bloques, no evitó que otros conflictos surgieran en aquellos países europeos; incluso entre aliados.

Por ejemplo, en 1966 el presidente francés, Charles de Gaulle, retiró a su país de la OTAN debido a los intentos de imposición de los Estados Unidos de América en muchos ámbitos de la política francesa. La nación gala regresaría a la OTAN hasta 2009.

En el bloque soviético, también hubo conflictos interiores.

En 1941, las potencias del eje habían invadido Yugoslavia, por lo que surgieron muchos grupos para resistir al fascismo. El más importante de ellos fue el de los “partisanos” socialistas, liderados por Josip Broz “Tito”. Tras el fin de la guerra, “Tito” fue electo como Primer Ministro de Yugoslavia, conformando un gobierno socialista.

Ahora, algo interesante es que, a pesar de la filiación ideológica entre la Unión Soviética y Yugoslavia, esta nación se mantuvo independiente de la otra en todo momento. Así como se habían liberado de la ocupación fascista por medio de sus propias acciones, durante la Guerra Fría, los yugoslavos mantuvieron su autonomía respecto a la Unión Soviética y los Estados Unidos de América. A pesar de los esfuerzos de “Tito” por mantener unida a una nación de origen multiétnico, su muerte en 1980 y el creciente nacionalismo llevó a varias guerras civiles que desintegraron el país y dieron origen a otros.

En 1956, estudiantes y otros inconformes húngaros se rebelaron contra la imposición del socialismo de la Unión Soviética tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Esta revolución húngara fue reprimida por una coalición de las fuerzas del Pacto de Varsovia.

Otra intervención del Pacto de Varsovia en territorios socialistas europeos se dio en 1968, en Checoslovaquia, cuando un grupo de políticos e intelectuales se reunieron para intentar transformar su país que, debido al control ejercido por la Unión Soviética, carecía de libertades de expresión, de movilidad, y política.

Este acontecimiento es conocido como la Primavera de Praga. Y, ésta, junto con la revolución húngara, mostraron que el autoritarismo soviético era cuestionado desde sus propios aliados ideológicos.

Durante mediados del siglo XX, surgió el Movimiento de Países no Alineados que, como su nombre lo dice, reunía un conjunto de países que estaban en contra de las tensiones entre las superpotencias y abogaban por la plena libertad de las naciones, fuera de la influencia o imposiciones de cualquier otra. El gobierno yugoslavo de “Tito” formó parte importante de esta organización; pero no fue el único.

Hasta el día de hoy, existe el Movimiento de Países no Alineados. Si bien, en un primer momento tuvo la finalidad de mantener la independencia de las naciones más pequeñas con respecto a las grandes superpotencias de la Guerra Fría, hoy en día busca evitar que las potencias regionales se impongan sobre otros países.

Las tensiones entre la OTAN y el Pacto de Varsovia se dieron en todo momento, pues tanto había grupos prooccidentales en los países socialistas, como existían grupos socialistas en los países occidentales; uno y otro bando conspiraba en todo momento para desestabilizar a su enemigo, o bien, para solamente evitar su expansión.

La disputa entre la Unión Soviética y los Estados Unidos de América perduró hasta la disolución de la primera en 1991.

Pero años después, Rusia, uno de los países surgidos tras la disolución y convertido en una potencia regional y mundial, ha estado en conflictos con la OTAN debido a los intereses que tienen por ocupar o explotar los recursos de Ucrania y Medio Oriente.

Como se ha señalado, la Guerra Fría fue un conflicto global que enfrentó a los bloques socialista y capitalista. Esta disputa llevó a la creación de organizaciones que aglutinaron a varios países; pero también, implicó que otros países quisieran salirse del conflicto entre las superpotencias, debido a la imposición que llevaban a cabo en sus naciones.

La Guerra Fría se dio de diferentes maneras, en función de los lugares en donde se desarrollaron los acontecimientos.

En América Latina, llevó a la conformación de Dictaduras Militares, mientras que, en África, propició el estallido de conflictos coloniales para acabar con la dominación europea; aunque en varios casos, derivaron también en dictaduras militares.

A pesar de la disolución de la Unión Soviética y del bloque socialista, las tensiones continuaron, pues naciones como Cuba o Venezuela se han mantenido en una postura socialista, llevándolas a confrontaciones económicas con los Estados Unidos de América.

El reto de hoy:

Para concluir esta sesión, te propongo el siguiente reto: en hojas blancas o su cuaderno, elabora un cuadro de dos columnas; en la primera, escribe los objetivos y las características de la OTAN; y en la segunda, del Pacto de Varsovia, así como los países que la integran o integraron. No olvides colocar el título del esquema que es Guerra Fría.

Para resolver el reto de la sesión, no dudes en apoyarte en tu libro de texto.

¡Buen trabajo!

Gracias por tu esfuerzo. 

Para saber más:

Lecturas

https://libros.conaliteg.gob.mx/secundaria.html

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