“Rearmando” el país
“Rearmando” el país
Aprendizaje esperado: identifica las causas de la lucha por el poder entre los caudillos posrevolucionarios y las condiciones en que se creó el Partido Nacional Revolucionario (PNR) y el surgimiento de los partidos de oposición.
Énfasis: de los caudillos posrevolucionarios al presidencialismo.
¿Qué vamos a aprender?
Identificarás las causas de la lucha por el poder entre los caudillos posrevolucionarios y las condiciones en que se creó el Partido Nacional Revolucionario (PNR) y el surgimiento de los partidos de oposición.
¿Qué hacemos?
Hablaremos de los últimos años de la Revolución Mexicana, cuando las demandas sociales como el derecho a la tierra y al trabajo ya se habían incluido en la nueva Constitución, pero todavía no se lograba pacificar el territorio. La lucha armada empezó en 1910 y siguió durante varios años después de la promulgación de la Constitución de 1917, eso quiere decir que nuestro país pasó casi diez años en guerra.
Durante los años de la Revolución y a pesar de todo el caos que ocasionaba la guerra, los distintos bandos tomaron muchas medidas con las que buscaron construir un
nuevo orden para el país. No solamente proponían la creación de nuevas leyes y el reconocimiento de nuevos derechos, sino que también plantearon la creación de nuevas instituciones y hasta nuevas monedas.
Recuerda que durante la Revolución Mexicana existieron varios bandos que llegaron a controlar regiones enteras, como los zapatistas en el centro y en el sur o los villistas en el norte; y en un momento dado estos movimientos llegaron a ser tan grandes y a tener una estructura tan compleja, que empezaron a ser capaces de crear sus propios sistemas monetarios como una forma de responder a la crisis por la falta de dinero circulante que ocasionó la Revolución.
Las monedas revolucionarias sólo tenían valor en las regiones controladas por su caudillo en jefe, así que una moneda zapatista con la que podías comprar tortillas en Morelos no podía servirte para comprar tortillas en Sonora; y viceversa: una moneda villista con la que en Chihuahua podías comprar municiones no te servía para hacer lo mismo en Guerrero, entonces, entre las batallas, la escasez y estas monedas improvisadas, ¡Imagínate el desorden y el caos que había en todo el país!
Después de que acabó la lucha armada, uno de los más grandes retos de los gobiernos mexicanos fue encontrar la manera de pacificar y devolver el orden institucional al país.
El estado del país después de la Revolución estaba completamente desarmado y revuelto, por lo que era necesario entrar en una nueva etapa de reconstrucción y reconciliación para poder ordenar todo lo que aún seguía sucediendo alrededor del territorio.
Como parte de este proceso, las figuras de autoridad política también empezarían a cambiar, de tal forma que la posrevolución es un periodo en el que se pasó del caudillismo al presidencialismo. Ya se había creado la Constitución de 1917, que buscaba justamente responder a la mayoría de las demandas sociales que había alrededor del país, sin embargo, la Constitución por sí sola no podía poner orden al país.
Algunas personas vieron sus intereses personales en riesgo con estos cambios y más bien veían la Constitución como una amenaza a todos sus privilegios más que como una solución a las problemáticas sociales, además de que como ya habíamos dicho antes, muchos resintieron profundamente las pérdidas que ocasionó la Revolución. Por ello, los presidentes que gobernaron después de la lucha armada buscaron a través del Poder Ejecutivo imponer un estado de tranquilidad.
México aún se encontraba al borde de una guerra civil y era necesario pacificarlo. Como efecto de las guerrillas que aún sucedían en varias regiones, en cualquier momento, podía estallar de nuevo un gran conflicto armado.
Uno de los primeros que tomó medidas para reorganizar al país fue Venustiano Carranza, quien buscó combatir a todos los opositores que aún tenía, entre ellos algunos caudillos revolucionarios tan importantes y con tantos seguidores como Emiliano Zapata, sin embargo, las diferencias políticas entre los caudillos del bando Constitucionalista llegaron a tal grado que desconocieron a su gobierno y Carranza tuvo que huir y mientras estaba huyendo, fue emboscado y asesinado en Tlaxcalantongo, Puebla. Ante esto, la Cámara de Diputados nombró como presidente sustituto al sonorense Adolfo de la Huerta.
Adolfo de la Huerta tampoco logro pacificar al país, en el poco tiempo que duró su mandato, básicamente se dedicó a preparar el terreno en lo que se organizaban las nuevas elecciones presidenciales en las que resultó electo Álvaro Obregón.
Obregón llegó a la presidencia en el año de 1920 después de haber liderado un movimiento armado en contra de Venustiano Carranza, quien años antes había sido su general en jefe.
Obregón era un caudillo con una gran popularidad que logró justificar su gobierno ante la opinión pública tomando medidas como el reparto agrario, la negociación de conflictos con el gobierno de Estados Unidos y la fundación de una de las instituciones más importantes de nuestro país, la Secretaría encargada de la Educación Pública.
En esta época, al no existir un sistema político democrático organizado por partidos o instituciones formales, lo más común era que la gente prefiriera seguir a un caudillo, o sea, un líder de los ejércitos revolucionarios con gran popularidad y carisma que había estado al frente de batallas para defender su región y los intereses de localidades específicas.
Los caudillos eran jefes de los ejércitos revolucionarios que se volvieron populares y poderosos con el tiempo, al ir ganando batallas, y entonces para mantener su popularidad entre la gente de su región buscaron complacerlas atendiendo cuestiones como el reparto agrario, por otro lado, los caudillos eran un problema para construir un nuevo México que estuviera basado en instituciones con proyectos políticos duraderos, y no tanto en el poder de las armas. Álvaro Obregón era el caudillo prototípico de la Revolución Mexicana, un líder popular que se había destacado como jefe militar en la región de Sonora y que había sido ampliamente reconocido por su talento como estratega y su carisma.
Álvaro Obregón era uno más de los caudillos revolucionarios, para lograr darle continuidad a su proyecto formaba parte de una facción formada por importantes generales y civiles sonorenses que querían impulsar el mismo proyecto político. En el llamado “grupo Sonora”, estaban personas como Adolfo de la Huerta y Plutarco Elías Calles, quien se convertiría en el sucesor de Obregón en la silla presidencial.
Plutarco Elías Calles fue un presidente muy importante de la época posrevolucionaria que se encargó de impulsar un proceso de modernización para el país con acciones como la fundación de un banco para México o la construcción de un gran número de carreteras alrededor del territorio.
Con todo y los avances que hubo durante su gobierno, Calles en verdad buscaba una forma de mantenerse en el poder y lo único que se atravesaba en su camino seguía siendo uno los caudillos, quien de hecho era conocido como “El último Caudillo”.
Álvaro Obregón, quien a partir de unas reformas hechas a la Constitución en 1927 que permitieron la reelección presidencial volvió a surgir como un candidato con muchas posibilidades de regresar al poder después de Calles. Justo en la celebración de su victoria electoral, Álvaro Obregón fue asesinado.
Debido a lo estricto de las medidas en contra de la iglesia que promovió Calles, inició otro movimiento armado en México conocido como la Rebelión Cristera, del cual hablaremos más adelante.
La muerte de Obregón dejo un vacío en la política, ya que no se veía una figura que representara los ideales revolucionarios, así que fue Calles quien ocupó ese puesto. Ante la falta de un caudillo con carisma y presencia nacional a Calles se le conoció como “El jefe máximo de la revolución”.
Buscó reunir a los demás caudillos regionales que seguían en el país bajo una sola institución política. En 1929, se fundó el Partido Nacional Revolucionario, con el que se pretendió tener presencia en todo el país y atender las demandas revolucionarias. Este partido se fundó con la intención de poner orden a la diversidad de grupos y liderazgos políticos que existían, institucionalizar la revolución y llevarla hacia la modernidad. Sin embargo, este partido también funcionó como una herramienta de control político que le permitió a Calles consolidar su autoridad. Así, incluso varios años después de que Calles dejara de ser presidente, él siguió participando e interviniendo en la política. Justamente a este periodo de la historia se le conoce como “Maximato” porque Plutarco Elías Calles se había convertido en el “jefe máximo” del Partido, institución que le permitió contar con diputados, senadores y miembros en el gabinete presidencial.
El Maximato estaba muy lejos de ser esa salida justa que se buscaba para dar un cierre adecuado a la Revolución y construir un país con instituciones modernas y democráticas, pero eso fue lo que pasó, es importante recordar que “el Maximato no es una democracia”. Sino que se trató de una etapa donde Plutarco Elías Calles a través del Partido siguió activo, participando e influyendo en la política del país. Sin embargo, tampoco se puede negar que, de alguna manera, en esta época empezaron a fijarse las bases para el surgimiento de las instituciones que después fortalecieron al país.
Observa el siguiente video del inicio al minuto 05:43 que nos habla sobre los primeros años del México postrevolucionario y la importancia de la Constitución de 1917 para dar orden y estructura a nuestro país.
- La Constitución de 1917 y la consolidación de las instituciones.
https://www.youtube.com/watch?v=WPa83PC4B-I
Como pudimos ver en el video, durante esta etapa comenzaron a sentarse las bases para reorganizar y reestructurar nuestro país.
Durante esta clase hemos aprendido sobre los primeros presidentes que gobernaron el país después de la Revolución Mexicana.
Aprendimos que estos primeros gobiernos posrevolucionarios enfrentaron el gran reto de pacificar el país y construir un nuevo orden institucional sobre las ruinas de una guerra que había durado casi diez años. Y también que quienes gobernaban eran caudillos, líderes de los ejércitos revolucionarios que habían ganado su popularidad durante las batallas; y que fue muy importante empezar a transitar hacia un sistema político diferente en el que una sola autoridad elegida por la vía democrática, el presidente, pudiera imponerse legalmente por encima de toda la diversidad de líderes que todavía existían.
La historia del México posrevolucionario nos habla de una época en la que no dejó de oler a pólvora por muchos años, aunque poco a poco empezaron a establecerse las instituciones básicas que sostendrían una nueva etapa en el desarrollo de nuestro país.
¡Buen trabajo!
Gracias por tu esfuerzo.
Para saber más:
Lecturas
https://www.conaliteg.sep.gob.mx/