Del campo a la ciudad

 

Del campo a la ciudad

Aprendizaje esperado: identificaras las habilidades personales y sociales movilizadas por la sorpresa para indagar situaciones novedosas de su contexto.

Énfasis: identificaras las habilidades personales y sociales movilizadas por la sorpresa para indagar situaciones novedosas de su contexto.

¿Qué vamos a aprender?

Identificarás para qué sirve la sorpresa y qué podrás hacer cuando hay una situación inesperada.

¿Qué hacemos?

Cuando no encuentras algo o a alguien al principio te sorprendes y no sientes ni miedo, ni tristeza, ni alegría. Pero tratas de resolverlo.

Es decir, usaste habilidades que sabes usar cuando no encuentras algo o a alguien como:

  • Llamarle.
  • Buscarlo en donde creíste que podría estar.
  • Pedir ayuda.

Te sorprende lo que las emociones te ayudan a hacer. Se vuelven todavía más interesantes, si sabes aprovecharlas para lograr tu bienestar y el bienestar de otras personas. La sorpresa, acompañada de esas habilidades te ayudan a tener conductas apropiadas ante las cosas que pasan. Si algo inesperado sucede, la sorpresa te mueve a buscar una respuesta o solución a eso que estás viviendo, te ayuda a aprender, a explorar a ser curioso y a imaginar diversas formas de resolver algo, te impulsa a crear a inventar.

Como la maravillosa historia que vas a continuación a leer.

Rosita, de la Ciudad de México y Amalia de Veracruz, se conocieron por una actividad de la escuela en la que tenían que mandarle cartas a alguien que viviera en otro lado. Se cayeron muy bien.

Pasaron los años, cartas iban y cartas venían entre Rosita y Amalia, hasta que un día, cuando las niñas ya no eran tan niñas, llegó una carta de Amalia que decía:

Querida Rosita:

Iré a la Ciudad a visitar a mi tía y quiero que nos veamos, que me lleves a pasear y conocer todos los lugares tan sorprendentes que me has contado.

Rosita estaba feliz. Por fin conocería a Amalia. El día que se vieron, parecía que llevaran toda la vida siendo amigas y de alguna manera sí, porque en sus cartas se contaban de todo. Se subieron al metro y Amalia iba muy sorprendida viendo los ríos y ríos de gente.

¿Y toda esa gente cabe en un metro? dijo Amalia muy sorprendida.

No creo, Amalia. Creo que tendremos que esperar ah… ¿Y después de la última estación a dónde se van los trenes?

No lo sé, pero podemos averiguar.

Así fue como Rosita y Amalia aprendieron que los trenes se guardan en una estación muy muy grande hasta que vuelven a salir al día siguiente también aprendieron que las vías tienen electricidad y es muy peligroso tocarlas.

Cuando llegaron a la Alameda, Amalia se sorprendió de ver un parque tan grande y tan bonito, con un monumento tan blanco como el Hemiciclo a Juárez. Abrió los ojos grandes, grandes porque no quería perderse ni un solo detalle de lo que estaba conociendo. Con esos ojos curiosos y exploradores, descubrió el Palacio de Bellas Artes.

¡Qué es eso! dijo sorprendida.

Es el Palacio de Bellas Artes, ahí hacen conciertos, hay exposiciones de pintura o escultura.

¿Podemos entrar? lo quiero conocer y saber más de él.

Amalia y Rosita pasaron muchas horas viendo cada sala del palacio de Bellas Artes. Rosita, que había pasado mil veces por ahí, aprendió muchísimas cosas nuevas porque los ojos de sorpresa de Amalia hacían que ambas quisieran saber más y más.

Ese día terminaron muy cansadas y durante toda la semana que Amalia estuvo ahí, se dejaron sorprender por más y más cosas, y entonces, aprendieron mucho, mucho más. Cuando Amalia tuvo que volver a Veracruz, prometieron que el siguiente verano, Rosita la visitaría a ella para conocer la vida allá.

En un momento continua…

Cuando viajas al principio todo te sorprende, abres mucho los ojos para no perder ningún detalle, quieres saber más.

A veces, estas tan concentrado o perdido en tus pensamientos, que dejas de sorprenderte de cosas maravillosas. Rosita, cuando vio la sorpresa de Amalia ante las cosas que ella veía cotidianas, también se dejó sorprender y entonces, la visita de Amalia le ayudó para saber más de su propia ciudad.

¿Quieres saber qué pasó cuando Amalia visitó a Rosita? continúa leyendo:

Llegó el siguiente verano y Amalia estaba lista para recibir a Rosita en Jalcomulco, Veracruz. Rosita venía feliz imaginando todos los lugares que conocería y lo bien que la pasaría con Amalia en su pueblo.

Cuando Rosita se bajó del camión, se llevó la primera sorpresa. ¡Hacía muchísimo calor y ella iba con ropa de invierno! Amalia la recibió con un gran abrazo:

¿No tienes calor? le preguntó extrañada.

Sí, pero pensé que hacía frío, como en Xalapa.

Ambas rieron.

Mira, hasta allá arriba es mi casa, es ese techo que refleja el sol.

¿Cómo nos vamos a ir? preguntó Rosita.

Caminando, respondió Amalia serena.

¿Hasta allá arriba? respondió Rosita sorprendida.

Sí. Aquí no hay metro.

Ambas rieron nuevamente y Rosita caminó feliz entre las veredas.

Alrededor de la casa de Amalia no había nada, sólo cerros y cerros con mucha vegetación. Amalia le prestó ropa más fresca a Rosita para salir a pasear inmediatamente.

¿Te acuerdas del río de gente que hay en el metro allá en la Ciudad? ¡Pues aquí hay un río de verdad! Vamos a conocerlo.

Caminaron y caminaron mientras platicaban y platicaban y Amalia no se dio cuenta que se habían pasado de la vereda que las llevaría al río. Lo descubrió hasta que se les acabó el cerro y estuvieron a punto de caer al vacío.

¡Nos pasamos!

¿Estamos perdidas? yo veo todos los caminos y árboles exactamente iguales.

Amalia rápidamente tomó a su amiga de la mano para que se calmara, así como ella la había tranquilizado en el río de gente del metro.

No, le dijo con calma. Me distraje platicando contigo y caminamos hacia un lugar distinto, pero sé muy bien el camino de regreso.

¿Cómo sabes qué camino tomar?

Te voy a ir diciendo para que aprendas.

Ahí fue cuando Amalia le explicó a Rosita que, aunque casi todas las plantas se ven iguales, hay unas más altas que otras y también unas con más hojas y otras más pelonas. También le explicó que, si ponía atención, en medio de todo ese concierto de pájaros e insectos, también se escuchaba el río. En esa época del año, el sol salía detrás de aquella montaña, justo hacia donde estaba el río.

Rosita, todas las noches cuando volvía a casa de Amalia, dibujaba las plantas nuevas que había conocido y escribía cuentos que sucedían entre esas montañas para que no se le olvidara nada de eso que conocía por primera vez. Tuvo que aprender a ubicarse en ese lugar donde no había metro, ni calles, donde no había edificios o monumentos que le dieran pistas. Volvió feliz a la Ciudad y prometió volver muchas veces para seguir aprendiendo de los cerros, los ríos y los animales del campo y así lo hizo, siguió dibujando y creando con todas las cosas sorprendentes que conoció.

Tener una amistad que te sorprende y a la que sorprendes todo el tiempo, debe ser increíble. Aprendes cosas nuevas, miras con otros ojos las cosas que antes parecían aburridas.

A eso se refieren las habilidades para adaptarte, si algo inesperado pasa, te sorprendes y luego, con esas habilidades, eres capaz de convertir la sorpresa en curiosidad, en ganas de aprender más, entonces puedes vivir en bienestar y dar bienestar a otras personas.

En cuanto se pueda volver a viajar, busca lugares sorprendentes que conocer para alimentar tu curiosidad.

Piensa en todas las aventuras que puedes vivir.

El reto de hoy:

Descubre en ti mismo todo lo que puedes hacer cuando te sorprendes y escribe o dibuja o cuenta a tu familia una pequeña historia de lo que puedes hacer gracias a la ¡SORPRESA!

Si te es posible consulta otros libros y comenta el tema de hoy con tu familia.

¡Buen trabajo!

Gracias por tu esfuerzo.

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